Tours, volcanes y lentejas es un proyecto del creador Rubén Acosta (Lanzarote, 1976), atento observador a los cambios en el territorio insular, una superficie que navega en un complejo equilibrio entre la naturaleza, la tradición y el turismo. A través de la fotografía, Rubén Acosta nos ofrece una mirada desde el escenario, pero también desde el backstage de un destino turístico internacional como Lanzarote, y propone una reflexión sobre el presente de la isla a partir de una revisión del paisaje contemporáneo, de la evolución de la cultura insular y de las mutaciones de su identidad.
La exposición plantea un mapa, físico y mental, un itinerario en el que el artista identifica el territorio y los lugares que dan forma a su trabajo. Abre un debate sobre la construcción simbólica de las identidades, del hecho insular, el patrimonio natural y cultural y sus derivas hacia la industria del viaje, para indagar en cómo el turismo, las actividades que el viaje propone, la experiencia que éste supone, se relaciona con él.
Sin embargo, no podemos olvidar que toda construcción simbólica tiene tramoyas escondidas. Si vivir rodeado de mar te «a-isla», no es menos cierto que el océano te expone más a la llegada de los foráneos. La historia de cualquier isla, en el Atlántico o en el Pacífico, está marcada por los que llegaron a sus costas. Las contradicciones del hecho insular se multiplican si, encima, tu isla es un destino del turismo de masas internacional. Al turista le gusta sentirse como un nativo, experimentar lo que piensa un residente, así que la identidad es parte del paquete que la industria del viaje del siglo XXI vende a foráneos y locales.
«Creemos tener un patrimonio que mostramos al turismo pero, de hecho, es el turismo el que nos empuja a construir el patrimonio», como diría Fernando Estévez.
Rubén Acosta deambula entre el glamur del escenario y los sacrificios del camerino, entre la ficción y el hiperrealismo porque no dejan de ser los dos perfiles complementarios de la actual Lanzarote. Aquel viejo maestro llamado Charles Chaplin lo dejó dicho: «Mirada de cerca, la vida es una tragedia, pero mirada de lejos, parece una comedia».